* Noche 40. DIEZ NOCHES DE INCIENSO DELIRANTE.
(Liras de la 391 a la 400)
(Liras de la 391 a la 400)
El aroma quemado
de varitas perfumadas de incienso
levita en lo aireado
del amor libre intenso
con el que te aspiro cuando te pienso.
Olor (a) tierra mojada
con corpulencia hoplita en la desidia
y en la paz desatada
del alma que se lidia
en las trastiendas de aire y de perfidia.
En la rosa despunta
la espina que en la flor se contamina
con tanta marabunta
que no se deshollina
en sombras de calles que hacen esquina.
Suave sueño amoroso
que se aleja del poder no mundano
y se queda en reposo
cogido de la mano
de las garras rapaces de un milano.
La cuerda destensada
forcejea con la sed que se enfunda
de raíz enquistada
y el séquito secunda
la mortaja de la flor moribunda.
Hay distintas versiones
de lo ocurrido en casa de un suicida.
Pocas son (las) precauciones
del ángel que nos cuida
si no te ofrece calidad de vida.
Con el triatlón, lunáticos,
se oyen pasos en los embarcaderos
de los pies erráticos
que vuelan altaneros
para llegar a meta los primeros.
Errante peregrino
en el centro del dolor sin memoria
que sigue su camino
de burro y zanahoria
donde la humildad alcanza la gloria.
Luz guía de estrellato
que suda la camiseta empapada
y bebe a cada rato
del agua que se nada
sobre la tierra de nuevo mojada.
El agua se desvía
en el chapuzón de la bicicleta
y circula otra vía
en la senda profeta
del último impulso que da el atleta.
***
* Noche 40. DIEZ NOCHES DE INCIENSO DELIRANTE.
(Liras de la 391 a la 400)
(Liras de la 391 a la 400)
El aroma quemado de varitas perfumadas de incienso levita en lo aireado del amor libre intenso con el que te aspiro cuando te pienso.
Olor (a) tierra mojada con corpulencia hoplita en la desidia y en la paz desatada del alma que se lidia en las trastiendas de aire y de perfidia.
En la rosa despunta la espina que en la flor se contamina con tanta marabunta que no se deshollina en sombras de calles que hacen esquina.
Suave sueño amoroso que se aleja del poder no mundano y se queda en reposo cogido de la mano de las garras rapaces de un milano.
La cuerda destensada forcejea con la sed que se enfunda de raíz enquistada y el séquito secunda la mortaja de la flor moribunda.
Hay distintas versiones de lo ocurrido en casa de un suicida. Pocas son (las) precauciones del ángel que nos cuida si no te ofrece calidad de vida.
Con el triatlón, lunáticos, se oyen pasos en los embarcaderos de los pies erráticos que vuelan altaneros para llegar a meta los primeros.
Errante peregrino en el centro del dolor sin memoria que sigue su camino de burro y zanahoria donde la humildad alcanza la gloria.
Luz guía de estrellato que suda la camiseta empapada y bebe a cada rato del agua que se nada sobre la tierra de nuevo mojada.
El agua se desvía en el chapuzón de la bicicleta y circula otra vía en la senda profeta del último impulso que da el atleta.
José Mateo Angulo García.
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