* Noche 60. DIEZ LIRAS DE CRISTAL DE CUARZO.
(Liras de la 591 a la 600)
(Liras de la 591 a la 600)
Un soplo de otro marzo
ventila a las llagas atenuadas
por el cristal de cuarzo
de estrella y polvo de hadas
que une a nuestras dos almas abrazadas.
Ingenuo pajarillo
revolotea sobre elíptico espliego
de este sol amarillo,
con flor azul de fuego,
del etéreo espacio preveraniego.
Primavera arbolada
en cada arboleda de marzo y abril
que en sí trae anudada,
como enjundia fabril,
la belleza y frescura juvenil.
Olmos acrecentados
con golpetazos de las aguas-mil
en zarzales rosados.
Roca en río y pacil
de lluvias copiosas del mes de abril.
Margarita y amapola
posadas sobre la insignia de un túmulo
en cada piel de estola
bajo el ingente cúmulo
de otra flor que crece como lo hace el lúpulo.
Nubes que lloran agua
sobre campos desnudos marismeños
con el olor a zagua
del africano sueño
que se inunda en el arrozal isleño.
Aurora que te escribe
con una mano mientras lee con otra
(el) amor que no prescribe,
que en el alma se empotra
en una primavera, y en otra y en otra... .
Ventanales abiertos
de un cielo que en su gesta se proclama
sabedor de su acierto
cada vez que derrama
el agua fértil que el campo reclama.
Felizmente silbando
apuro el primaveral mayo y junio
que llega aleteando
en simientes de bunio
evitando al mal y a todo infortunio.
Cuando llega un amigo
a la fiesta floral de (mis) primaveras,
mi paz yo la desmigo
en charlas de quimeras
y esparzo a mi corazón en las eras.
***
* Noche 60. DIEZ LIRAS DE CRISTAL DE CUARZO.
(Liras de la 591 a la 600)
(Liras de la 591 a la 600)
Un soplo de otro marzo
ventila a las llagas atenuadas
por el cristal de cuarzo
de estrella y polvo de hadas
que une a nuestras dos almas abrazadas.
Ingenuo pajarillo
revolotea sobre elíptico espliego
de este sol amarillo,
con flor azul de fuego,
del etéreo espacio preveraniego.
Primavera arbolada
en cada arboleda de marzo y abril
que en sí trae anudada,
como enjundia fabril,
la belleza y frescura juvenil.
Olmos acrecentados
con golpetazos de las aguas-mil
en zarzales rosados.
Roca en río y pacil
de lluvias copiosas del mes de abril.
Margarita y amapola
posadas sobre la insignia de un túmulo
en cada piel de estola
bajo el ingente cúmulo
de otra flor que crece como lo hace el lúpulo.
Nubes que lloran agua
sobre campos desnudos marismeños
con el olor a zagua
del africano sueño
que se inunda en el arrozal isleño.
Aurora que te escribe
con una mano mientras lee con otra
(el) amor que no prescribe,
que en el alma se empotra
en una primavera, y en otra y en otra... .
Ventanales abiertos
de un cielo que en su gesta se proclama
sabedor de su acierto
cada vez que derrama
el agua fértil que el campo reclama.
Felizmente silbando
apuro el primaveral mayo y junio
que llega aleteando
en simientes de bunio
evitando al mal y a todo infortunio.
Cuando llega un amigo
a la fiesta floral de (mis) primaveras,
mi paz yo la desmigo
en charlas de quimeras
y esparzo a mi corazón en las eras.
José Mateo Angulo García
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