* Noche 74. PICCOLA MADRESELVA.
(Liras de la 731 a la 740)
(Liras de la 731 a la 740)
Piccola madreselva
que florece al pie de cada sendero,
que se pierde en la selva
-y en su humedal más fiero-,...
y te hace dudar de cuánto te quiero.
Libertad, a la vista,
con la que ya me deshago de todo
y reliquia amatista
que nunca encuentra el modo
de tronchar a la rama por su nodo.
Pude verte furioso
en los infiernos de tus juegos de rol;
y te vi receloso
ahogándote de alcohol
en praderas donde ya no sale el sol.
Fuego frío se vierte
en cobardía de andar; y, sin vista,
en soledad convierte
a tan exigua cista
de huesos anónimos de un artista.
Proliferadas quedan
las oscuras noches de Federico
y en las pieles se enredan,
con sabor rico-rico,
dos almas permutadas un ratico.
Idilios de agua en selva
caen sobre mis nalgas como aguacero
y en mis abriles relva
el barbecho primero
del aliento febril de amor venidero.
Pierdo, como florista,
la flor que se muere, de todos modos,
en la sutil conquista
de lluvia que cae a rodo
en tu sal yodada de mar de yodo.
Melodía y reposo
en la guirnalda horneada en su crisol,
de espíritu animoso,
que se sirve en dulce bol
con dalia efímera de vino y de sol.
Labios que, al absorberte,
me disparan la dádiva optimista
de la vida sin muerte
- o sin taxidermista -
y tu sublime belleza de artista.
Cerca de ti se quedan
los versos preciados de Federico
y otros hombres heredan
el placer rico-rico
de acariciar tu rostro y de darte un pico.
***
* Noche 74. PICCOLA MADRESELVA.
(Liras de la 731 a la 740)
Piccola madreselva que florece al pie de cada sendero, que se pierde en la selva -y en su humedal más fiero-,... y te hace dudar de cuánto te quiero.
Libertad, a la vista, con la que ya me deshago de todo y reliquia amatista que nunca encuentra el modo de tronchar a la rama por su nodo.
Pude verte furioso en los infiernos de tus juegos de rol; y te vi receloso ahogándote de alcohol en praderas donde ya no sale el sol.
Fuego frío se vierte en cobardía de andar; y, sin vista, en soledad convierte a tan exigua cista de huesos anónimos de un artista.
Proliferadas quedan las oscuras noches de Federico y en las pieles se enredan, con sabor rico-rico, dos almas permutadas un ratico.
Idilios de agua en selva caen sobre mis nalgas como aguacero y en mis abriles relva el barbecho primero del aliento febril de amor venidero.
Pierdo, como florista, la flor que se muere, de todos modos, en la sutil conquista de lluvia que cae a rodo en tu sal yodada de mar de yodo.
Melodía y reposo en la guirnalda horneada en su crisol, de espíritu animoso, que se sirve en dulce bol con dalia efímera de vino y de sol.
Labios que, al absorberte, me disparan la dádiva optimista de la vida sin muerte - o sin taxidermista - y tu sublime belleza de artista.
Cerca de ti se quedan los versos preciados de Federico y otros hombres heredan el placer rico-rico de acariciar tu rostro y de darte un pico.
José Mateo Angulo García
No hay comentarios:
Publicar un comentario