* Noche 77. DIEZ LIRAS PARA SENTIRTE AQUÍ CONMIGO.
(Liras de la 761 a la 770)
(Liras de la 761 a la 770)
He vuelto silencioso
al lugar donde fui feliz contigo.
Me siento muy dichoso
porque, si eres mi amigo,
mi fortuna es sentirte aquí conmigo.
La amistad que yo entiendo
dista mucho de otros significados.
He ido comprendiendo
que somos engañados
por quienes creímos ser hermanados.
Las alas van batiendo
el recorrido en tramos separados
de quien goza riendo
al ver vapuleados
(los) trozos de mi corazón disgregados.
En tu estrepitosa ira,
tras un desencuentro queda el desenlace
de no tener más miras
que el odio que te nace
o estigma de abandono que aquí yace.
El amor verdadero
no es quien se idealiza sin conocerlo.
Es ese gran "¡Te Quiero!"
de quien da gusto verlo
y (te) hace olvidar todo sin pretenderlo.
Tienes don de alegría
e invitas a vivir sin aspaviento;
motivas cada día,
cada vez que te siento,
a repetir el acontecimiento
de ver al alma mía
dibujándote amor y pensamiento
en la alfombra de guía
salmodiada en sarmiento
y alma que te inspira soltada al viento.
En la eterna sonrisa
de Gato Chesire o piel de conejo
ruge una Mona Lisa
que cultiva oro viejo
con aguijón venenoso de rejo,
clavando la premisa
-de curiosidad- del hombre pendejo
que aprende muy deprisa
divisando a lo lejos
la luz de Alicia a través del espejo.
Al sentirte conmigo,
de ti,... siempre más de ti tú me envicias.
Altivo yo me espigo
en tus campos de ricias
y (en) agua que confiere amor y caricias.
***
* Noche 77. DIEZ LIRAS PARA SENTIRTE AQUÍ CONMIGO.
(Liras de la 761 a la 770)
(Liras de la 761 a la 770)
He vuelto silencioso al lugar donde fui feliz contigo. Me siento muy dichoso porque, si eres mi amigo, mi fortuna es sentirte aquí conmigo.
La amistad que yo entiendo dista mucho de otros significados. He ido comprendiendo que somos engañados por quienes creímos ser hermanados.
Las alas van batiendo el recorrido en tramos separados de quien goza riendo al ver vapuleados (los) trozos de mi corazón disgregados.
En tu estrepitosa ira, tras un desencuentro queda el desenlace de no tener más miras que el odio que te nace o estigma de abandono que aquí yace.
El amor verdadero no es quien se idealiza sin conocerlo. Es ese gran "¡Te Quiero!" de quien da gusto verlo y (te) hace olvidar todo sin pretenderlo.
Tienes don de alegría e invitas a vivir sin aspaviento; motivas cada día, cada vez que te siento, a repetir el acontecimiento de ver al alma mía dibujándote amor y pensamiento en la alfombra de guía salmodiada en sarmiento y alma que te inspira soltada al viento.
En la eterna sonrisa de Gato Chesire o piel de conejo ruge una Mona Lisa que cultiva oro viejo con aguijón venenoso de rejo, clavando la premisa -de curiosidad- del hombre pendejo que aprende muy deprisa divisando a lo lejos la luz de Alicia a través del espejo.
Al sentirte conmigo, de ti,... siempre más de ti tú me envicias. Altivo yo me espigo en tus campos de ricias y (en) agua que confiere amor y caricias.
José Mateo Angulo García
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