* Noche 85. LIRAS ENTRECORTADAS.
(Liras de la 841 a la 850)
(Liras de la 841 a la 850)
En liras delirantes
de noches entrecortadas sin diablos
sí son determinantes
marchamos de vocablos
en la conversación que aquí te entablo.
Obelisco hilarante
que se pierde en las cuestiones fáciles
que hacen irrelevantes
a los días ya inhábiles
de los sueños despeñados y ágiles.
De tregua itinerante
son los segmentos de las paces gráciles
que lucen, tan campantes,
en los tratados lábiles
de los papeles mojados y frágiles.
En mi corazón cabes.
Yo te quiero un poco más... mucho más;
y tú, bien que lo sabes.
De todo lo demás,
no sé,... no pienses que sé mucho más.
Si quieres pasar, pasa.
¡No te quedes en la puerta esperando!.
Mi alma será tu casa
y es tu hogar horadando
pozos de agua donde (yo) sigo nadando.
En noches delirantes
de liras entrecortadas volátiles
lucen exuberantes
los visos de los mástiles
y las huellas de nuestros falos táctiles.
Si me has manipulado
el tacógrafo de vida segura
y has desestabilizado
mi frágil estructura,
mi corazón se oprime y se satura.
Madera quebradiza
con el olor a resina de ungüentos
que en cebada y su riza
deja buenos momentos
apartando el mal y los sufrimientos.
En modo avión me deja
la supremacía íntima del ego
con esa medianeja
voz con la que llego
al clímax donde te juego con fuego.
No quiero que en mí seas
ningún perito lingüista forense
ni que, sin leer, leas
el mal que se destense
en las palabras de ti que yo piense.
ningún perito lingüista forense
ni que, sin leer, leas
el mal que se destense
en las palabras de ti que yo piense.
***
Noche 85. LIRAS ENTRECORTADAS.
(Liras de la 841 a la 850)
(Liras de la 841 a la 850)
En liras delirantes de noches entrecortadas sin diablos sí son determinantes marchamos de vocablos en la conversación que aquí te entablo.
Obelisco hilarante que se pierde en las cuestiones fáciles que hacen irrelevantes a los días ya inhábiles de los sueños despeñados y ágiles.
De tregua itinerante son los segmentos de las paces gráciles que lucen, tan campantes, en los tratados lábiles de los papeles mojados y frágiles.
En mi corazón cabes. Yo te quiero un poco más... mucho más; y tú, bien que lo sabes. De todo lo demás, no sé,... no pienses que sé mucho más.
Si quieres pasar, pasa. ¡No te quedes en la puerta esperando!. Mi alma será tu casa y es tu hogar horadando pozos de agua donde (yo) sigo nadando.
En noches delirantes de liras entrecortadas volátiles lucen exuberantes los visos de los mástiles y las huellas de nuestros falos táctiles.
Si me has manipulado el tacógrafo de vida segura y has desestabilizado mi frágil estructura, mi corazón se oprime y se satura.
Madera quebradiza con el olor a resina de ungüentos que en cebada y su riza deja buenos momentos apartando el mal y los sufrimientos.
En modo avión me deja la supremacía íntima del ego con esa medianeja voz con la que llego al clímax donde te juego con fuego.
No quiero que en mí seas ningún perito lingüista forense ni que, sin leer, leas el mal que se destense en las palabras de ti que yo piense.
José Mateo Angulo García.
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