* Noche 93. ENTRE MIL MILLONES DE GENTES.
(Liras de la 921 a la 930)
Busqué incesantemente
tu rostro entre mil millones de gentes
y al fin, tácitamente,
mis sueños persistentes
cesaron así de ser (tan) elocuentes.
Partícipes del sueño
fueron otros sueños irreverentes
e inducidos, - sin ceño -,
donde lo convergente
fuera antes su epicentro divergente.
Emites con suavidad
vocablos dichos paulatinamente
a fuer de la inocuidad
que donas dulcemente
al oído regalado y a la mente.
Tu mano blanda y blanca
sobre mi moreno de playa ardiente
es la tramoya franca
que se volvió exigente,..
suave aire que se eleva levemente.
La luz calamitosa
que atrapa a las distancias rápidamente
es la ruta fogosa
que sólo tiene en mente
huir de la trata y su mala gente.
Ni a montes-playas ibas
cuando allí también te buscaba ausente.
Ni en campos ni en flor libas.
Ni vives el presente
ni has vivido en mi pasado reciente.
¿Qué quieres que te diga?.
Por ti me he transformado nuevamente
y aún, tal vez, no consiga
que vëas atentamente
el libro encuadernado de mi mente.
Son tus preliminares
los que, cuando se tercia, sutilmente,
se vuelven malabares
en lecho complaciente
y hacen maravillas de lengua y dientes.
Desnudos de alma, encueros,
haces que tan felizmente me encuentre
que en éxtasis me muero
y sale después que entre
magnolia oscura de Lorca en tu vientre.
Con precisión quisiera
testar el rostro de toda la gente
hasta que así supiera
que eres tú únicamente
la única cara que (me) queda pendiente.
***
* Noche 93. ENTRE MIL MILLONES DE GENTES.
(Liras de la 921 a la 930)
(Liras de la 921 a la 930)
Busqué incesantemente tu rostro entre mil millones de gentes y al fin, tácitamente, mis sueños persistentes cesaron así de ser (tan) elocuentes.
Partícipes del sueño fueron otros sueños irreverentes e inducidos, - sin ceño -, donde lo convergente fuera antes su epicentro divergente.
Emites con suavidad vocablos dichos paulatinamente a fuer de la inocuidad que donas dulcemente al oído regalado y a la mente.
Tu mano blanda y blanca sobre mi moreno de playa ardiente es la tramoya franca que se volvió exigente,.. suave aire que se eleva levemente.
La luz calamitosa que atrapa a las distancias rápidamente es la ruta fogosa que sólo tiene en mente huir de la trata y su mala gente.
Ni a montes-playas ibas cuando allí también te buscaba ausente. Ni en campos ni en flor libas. Ni vives el presente ni has vivido en mi pasado reciente.
¿Qué quieres que te diga?. Por ti me he transformado nuevamente y aún, tal vez, no consiga que vëas atentamente el libro encuadernado de mi mente.
Son tus preliminares los que, cuando se tercia, sutilmente, se vuelven malabares en lecho complaciente y hacen maravillas de lengua y dientes.
Desnudos de alma, encueros, haces que tan felizmente me encuentre que en éxtasis me muero y sale después que entre magnolia oscura de Lorca en tu vientre.
Con precisión quisiera testar el rostro de toda la gente hasta que así supiera que eres tú únicamente la única cara que (me) queda pendiente.
José Mateo Angulo García
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