* Noche Seis. DIEZ LIRAS PARA SOÑAR Y ESTREMECERSE.
(Liras de la 51 a la 60)
En cristal se imbuía
para dormir, soñar y estremecerse
y en agua diluía
su cara, al conocerse,
para sanarse, aliviarse y mecerse.
Diminuta y vacía
la sensación de no reconocerse
y al cielo le escupía,
casi sin atreverse,
esputo que luego hubo de lloverse.
Inalcanzable día
- de mierda - que acaba por retorcerse
de ingente felonía
por no autoconvencerse
(de) que, antes (de) que te quieran,... hay que quererse.
De júbilo vestía
la bestia que en mí quiso entrometerse
y en su sábana impía,
sin dejar de morderse,
hasta, en (sus) sueños, a mi alma vió perderse.
En la piel troquelada
trata un tatuaje de ir a esconderse
y en la lágrima helada,
ha de fortalecerse
mi alma si en la tuya va a disolverse.
En un preciso instante,
- cara a cara -, los ojos van a verse
y serán el sextante
perfecto en que se terse
el ímpetu de amar, ... (y) comprometerse.
Otra noche excitante
coteja el parámetro de encenderse
como antorcha humeante
donde no detenerse
y no sucumbir ni desvanecerse.
Vespertino sosiego
de las tardes que ven al sol ponerse
de ecuánime trasiego
- si hay voz que converse
con la sed -,... y esas ganas de beberse.
Despistada alegría
que por nada puede desvanecerse.
Aura de pedrería
de oro, - al resplandecerse -,
que tiene argumentos para entenderse.
Peripecia sin guía
de dulce tentación de conocerse
y abrazarse al vigía,
después de aprehenderse,
en playas donde amar sin contenerse.
***
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* Noche Seis. DIEZ LIRAS PARA SOÑAR Y ESTREMECERSE.
(Liras de la 51 a la 60)
(Liras de la 51 a la 60)
En cristal se imbuía para dormir, soñar y estremecerse y en agua diluía su cara, al conocerse, para sanarse, aliviarse y mecerse.
Diminuta y vacía la sensación de no reconocerse y al cielo le escupía, casi sin atreverse, esputo que luego hubo de lloverse.
Inalcanzable día - de mierda - que acaba por retorcerse de ingente felonía por no autoconvencerse (de) que, antes (de) que te quieran,... hay que quererse.
De júbilo vestía la bestia que en mí quiso entrometerse y en su sábana impía, sin dejar de morderse, hasta, en (sus) sueños, a mi alma vió perderse.
En la piel troquelada trata un tatuaje de ir a esconderse y en la lágrima helada, ha de fortalecerse mi alma si en la tuya va a disolverse.
En un preciso instante, - cara a cara -, los ojos van a verse y serán el sextante perfecto en que se terse el ímpetu de amar, ... (y) comprometerse.
Otra noche excitante coteja el parámetro de encenderse como antorcha humeante donde no detenerse y no sucumbir ni desvanecerse.
Vespertino sosiego de las tardes que ven al sol ponerse de ecuánime trasiego - si hay voz que converse con la sed -,... y esas ganas de beberse.
Despistada alegría que por nada puede desvanecerse. Aura de pedrería de oro, - al resplandecerse -, que tiene argumentos para entenderse.
Peripecia sin guía de dulce tentación de conocerse y abrazarse al vigía, después de aprehenderse, en playas donde amar sin contenerse.
José Mateo Angulo García
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